Los medios de comunicación locales nos invaden con mensajes sobre que somos una sociedad moderna y el gobierno se desvive para decirnos lo mismo. Lo vemos en los anuncios de televisión, donde muestran opulentos centros comerciales los cuales no son diferentes a los centros comerciales de otros países. Es como si estuviéramos en Miami. ¿O no? Sí, no hay duda de que somos modernos.
Moderno viene del latín "modernus", que significa "de hace poco, reciente". Es decir, somos modernos porque tenemos estructuras físicas como en otras partes del mundo, pero hasta ahí. La modernidad no llega al cerebro de esta sociedad.
En otras culturas lo moderno también tiene que ver con el grado de tolerancia hacia otras formas de pensar y de comportarse, siempre y cuando estas expresiones no atenten contra la integridad física de quienes nos rodean. Y es aquí en donde comienza a revelarse que la sociedad salvadoreña no es moderna (de hace poco), sino retrógrada.
Sí, hay centros comerciales bonitos, pero también hay mucha pobreza. Hay gente linda caminando en los “malls”, pero también hay muchos homosexuales a quienes se pretende ignorar, de hacerlos invisibles.
Y no sólo eso, también de atacarlos mediante personas que se prestan para escribir artículos venenosos bajo el argumento que buscan el bienestar de la familia y la defensa de las buenas costumbres y la moralidad del país.
La existencia de este grupo de personas (cristianos ortodoxos y homofóbicos), es la prueba de que El Salvador no es ninguna sociedad moderna, sino una sociedad gobernada por un puñado de personajes intolerantes que no están dispuestos a que en el país se respete al ciudadano, que sea plenamente libre.
Como los tiempos cambian, y ya no se puede decir que la homosexualidad es una enfermedad mental y que éstos no son hijos de dios, para quemarlos en ejecuciones públicas, utilizan ahora estos personajes el chantaje moral para atacar.
La bandera actual que han tomado es la defensa de la familia y se horrorizan porque en otros países los homosexuales se puedan casar y que el Estado les reconozca este derecho. Y así los vemos promoviendo que se prohíba este tipo de uniones.
Pero en verdad, no creo que sea la familia lo que les preocupe, que sea el bienestar de los niños. Esas son mentiras. Si fuera cierto, ya habrían recogido tanto niño de la calle pidiendo dinero en cada semáforo. O rescatado a esas pobres niñas meseras que trabajan en chupaderos sucios en el centro de la ciudad o en alejados pueblos. ¿No deberían estar salvando a estas criaturas?
Lo que en realidad les preocupa, es que su perfecto mundo heterosexual se derrumbe y muestre que la sociedad no es sólo hombre y mujer, sino una sociedad en donde existen heterosexuales, homosexuales, ricos, pobres, centros comerciales bonitos, champeríos desordenados, gente linda, mareros, etc, etc.
Sí, la modernidad implica aceptar primero que todos existimos y luego aceptar que todos somos diferentes y entender que debemos de respetarnos mutuamente para la sana convivencia social.