jueves, 19 de marzo de 2009

Queremos un gobierno laico

Hay una especie de alegría y optimismo luego del triunfo de Mauricio Funes en las pasadas elecciones presidenciales y no es para menos, pues es el inicio de la verdadera conviviencia democrática por la cual mucha gente ha luchado y muerto desde hace décadas en el país.

Nos ha salido cara esta democracia. De El Salvador se ha excluído toda forma de pensar y actuar que sea diferente a lo que la clase dominante, en complicidad con las iglesias, piensa que es lo correcto.

Creo que la alternancia se dio justo cuando los gobienos conservadores de este país ya pisaban los terrenos peligrosos del fundamentalismo religioso. Muchas de sus acciones se alejan del concepto de laicismo y se acercan mucho al ideario religioso.

El mejor ejemplo es la homosexualidad, un tema tabú en las esferas gubernamentales, pero que sus funcionarios no tienen ningún reparo para calificarlo como mala y pecaminosa.

La cuestión del aborto no se ve desde una óptica técnica, sino desde la visión religiosa. Lo mismo ocurre con la planificación familiar: se teme que hablarle a los jóvenes de sexo hará que éstos tengan relaciones sexuales tempranas.

La última aptitud homofóbica del presente gobierno fue abstenerse de votar a favor de una propuesta del gobierno de Francia ante las Naciones Unidas para que los derechos de los homosexuales sean elevados al rango de derecho humano.

Demasiado para la mentalidad religiosa de nuestro gobierno.

Por eso creo que es válida esa sensación de optimismo que se respira tras la elección. No espero que hayan cambios revolucionarios después del uno de junio, cuando tome posesión el nuevo presidente, pero sí, el inicio de una nueva forma de gobernar, regresar al concepto de estado laico.

Un gobierno no debe de ser defensor de la fe, como ha hecho el nuestro. Recuerden el caso de aquel pastor que dice ser Jesús y que quemó biblias y una imagen de la virgen María. Después se pasó una ley para prohibir este tipo de protesta.

La justificación es que ofendía las creencias de los salvadoreños. En lo personal no me sentí ofendido.

Esperamos que el nuevo gobierno vea a la sociedad como un ente disímil entre sí, donde se tienen diferentes visiones de lo que se quiere del país y que no es posible gobernar para unos en detrimento de otros. Lo que debe de prevalecer es el respeto a los derechos individuales y tomar decisiones técnicas, alejadas de las pasiones religiosas.

domingo, 8 de marzo de 2009

Mauricio Funes dará su golpe final a la izquierda y derecha recalcitrantes

Si gana ARENA, pues no hay mucho qué decir, sólo que todo seguirá lo mismo.
En cambio, un triunfo de Mauricio Funes, significa muchas cosas para El Salvador. Significará el fin del reinado de las extremas en el país que tanto daño han hecho desde que finalizó la guerra y que no nos han dejado avanzar en la democracia.
La izquierda y la derecha recalcitrantes han dibujado el país que en la actualidad tenemos: violento, sucio, mediocre, sin esperanza, desorganizado, discriminatorio, insensato y algunos veces absurdo.
La izquierda y la derecha recalcitrantes son dos polos opuestos, que a pesar de su disparidad se necesitan uno al otro, es como la luz y la sombra, como Dios y el demonio. Ninguno de ambos puede sobrevivir sin el otro.
La derecha recalcitrante ha estado en el poder casi por 20 años, explotando los miedos a una izquierda recalcitrante que ni siquiera tiene mucho poder, porque nunca ha ganado. Ha mantenido un discurso de terror y todas sus acciones van encaminadas a desacreditar esta izquierda.
El última zarpazo de la derecha recalcitrante la está dando en la actual campaña electoral, tratando de asustar a la gente con ideas falsas de que El Salvador será un satélite de Venezuela (ya no de Cuba, como antes decían), metiendo terror a la gente, utilizando toda su maquinaria para mover la voluntad de las masas.
La derecha recalcitrante es capaz de movilizar grandes recursos y personas para llevar a cabo sus planes, es capaz de utilizar a empresarios, medios de comunicación, personajes públicos y políticos extranjeros para que repliquen el discurso del miedo. Esa derecha tiene sus días contados.
La izquierda recalcitrante por su parte, es un pequeño grupo de personas que mantienen discursos incendiarios, gracias a que nunca han llegado al poder. Ellos no quieren el poder, sino mantener sus críticas, ya que de esa forma es que ellos pueden obtener el apoyo de la gente decepcionada de la derecha. Lo último que desean son responsabilidades.
Este grupo ha logrado entrar en la estructura del estado, mediante puestos importantes en la Asamblea Legislativa, en alcaldías ganadas por ellos o en sindicatos. Han logrado sus metas personales, como el conseguir un buen empleo y saben que sólo pueden mantenerse ahí, si la derecha recalcitrante sigue en el poder. En una sociedad más abierta se extinguirían de inmediato.
A estos son los que Mauricio Funes les dará su golpe final si gana las elecciones este 15 de marzo. La derecha recalcitrante ya no tendrá más argumentos para asustar a la gente y la izquierda recalcitrante ya no tendrá excusa para decir que nada se hace.
Funes acabará de una vez con esta polarización diabólica que nos ha mantenido en el oscurantismo por muchos años. Si gana, veremos poco después que en ARENA rodarán cabezas, sino es que ocurre una debacle mayor.
En la izquierda, si bien algunos dirigentes no abandonarán el partido, deberán de cambiar de mentalidad y asumir responsabilidades. El FMLN se dará cuenta de una vez, que ellos solos y con posiciones extremas, jamás podrán llegar al poder. No dudo que muchos "duros" deberán de salir del partido.
Así es, en estas elecciones no sólo se elige presidente, sino, la oportunidad de terminar con la polarización del país y la eliminación de las extremas del poder político de El Salvador.