El gobierno ha hecho varias campañas para combatir la expansión de la epidemia del SIDA en el país, pero yo siempre he criticado que no se tome al toro por los cuernos y se hable de forma más sincera y realista del problema.
Hay dos aspectos que no se tocan, o por el contrario, se hace de forma tan vaga, que sólo la persona educada, de mente aguda y de alguna forma, informada, puede entender. Y es el uso del condón, como la única manera efectiva de evitar el contagio en un contacto sexual y que las relaciones homosexuales existen y ocurren más de lo que la gente pueda creer.
Las campañas pretenden ocultar ese lado feo de las infecciones y para llegar a la conciencia de la gente se valen de eufemismos mediáticos, destacando a las víctimas más inocentes de este flagelo, como son los niños contagiados por sus madres durante el embarazo y las mujeres infectadas por sus infieles maridos.
¡Claro!, ¿quién no va a sentir pena por estas inocentes víctimas? Pero no se va más allá y el mensaje no llega a aquella población que corre riesgo, como son los jóvenes que cada vez comienzan su actividad sexual a más corta edad y al hecho de que la fidelidad de pareja en esa época es un concepto tan vago como pensar sobre que un día se será anciano.
No se le puede exigir a la población de más alto riesgo que sean fieles y se ignore o se ponga en segundo plano el uso del condón o que se diga que las relaciones homosexuales sin protección son peligrosas para la salud.
Yo veo en esas campañas un velo conservador y religioso ortodoxo. Sabemos que la Iglesia se opone a las relaciones extramaritales y hace énfasis en la castidad antes del matrimonio y que mantiene una línea intransigente hacia la homosexualidad.
Por lo tanto, estas campañas jamás le dirán a la gente que el condón es el primer frente en el combate al SIDA y nunca alertarán a la población homosexual, de forma directa, que las relaciones sexuales irresponsables y sin protección, es la manera más común de adquirir la infección del VIH.
Sí hay campañas, pero hipócritas, diseñadas quizá por conservadores religiosos, enviando mensajes incompresibles hacia una población más liberal, más heterogénea, muy joven para comprender sus mensajes moralistas, muy alejada de la iglesia para entender el concepto de pecado entre una relación homosexual o una relación prematrimonial.
Y otro aspecto, imperdonable, que se ignora a la población juvenil homosexual, que no tienen en absoluto ninguna orientación sexual, porque para empezar, la homosexualidad es un tabú en la familia, en la sociedad y jamás encontrarán a nadie que les señale un camino a seguir.
Éstos son los que más riesgo corren, porque jamás encontrarán una guía en el hogar, la Iglesia, en la sociedad y mucho menos en la escuela. ¿Quién educa a los jovencitos homosexuales sobre la sexualidad?