Esta mañana me levanté haciendo esta reflexión. Me lo preguntaba para tratar de comprender el discurso de odio que mantienen algunas personas ultraconservadoras en mi país, como lo son la señoras Regina de Cardenal y Evangelina de Sol, que de paso, tienen vía libre para insultar impunemente en las páginas de El Diario de Hoy.
Siguiendo con la reflexión, quería comprender qué es lo que subyace en el discurso de esta gente, qué es lo que la mueve a sembrar el odio y desprestigiar a la comunidad homosexual, poniendo su actividad sexual al mismo nivel de la pedofilia y otros delitos sexuales ya penalizados en nuestro Código Penal.
Mi descubrimiento fue sencillo: ideología religiosa. Sí, ese es el problema, una simple cuestión de extremismo religioso que induce a esta gente a tomar posiciones extremistas, casi de apología, pues con sus discursos venenosos incitan a lectores intelectualmente menos afortunados, a creer que la homosexualidad es mala y que debe ser combatida.
Si quitamos a la homosexualidad la cuestión religiosa, no le queda asidero válido a esta gente para mantener sus posiciones intolerantes y extremistas. Y digo esto porque la historia demuestra que la homosexualidad es algo que ha acompañado a la humanidad desde su temprana etapa histórica.
Los homofóbicos basan sus argumentos en aspectos morales-religiosos, que estoy seguro, están muy alejados de la lógica de la evolución. No es novedad que algunas verdades religiosas, por las que se han asesinado a personas en el pasado, con los años cambian gracias a la ciencia, haciendo ver a sus defensores como ignorantes fanáticos. Recordemos a Galileo Galilei.
Lo mismo pasa con la homosexualidad, la condenan tomando la biblia como fundamento, pero no se preguntan por qué en el pasado existieron sociedades homosexuales como la griega y otras comunidades indígenas en América. Por qué la homosexualidad siempre ha existido. No se preguntan porqué la naturaleza ha puesto el punto G masculino en la zona anal ¿Por qué motivo la naturaleza es tan aberrante?
Levantan la biblia y condenan, pero su capacidad intelectual no les hace ver más allá del tema religioso. Estas personas son los modernos inquisidores, que creen tener la verdad, que dicen obrar en nombre de dios y que mandan a la hoguera a aquellos que creemos en la ciencia y que pensamos, un día se descubrirá el motivo de la homosexualidad.
Mientras la ciencia no descubra estos parajes oscuros de evolución humana, no tenemos razón para inyectar veneno en las mentes de los lectores.