Fue patético ver en los periódicos aquel grupo de homosexuales que se presentó a la Asamblea Legislativa para proponer que se decrete el 17 de mayo el día contra la discriminación hacia los gays. ¿Quién los va a tomar en serio? Y menos cuando parecía ser un grupito de locas.
Leí una crónica en el periódico en donde el periodista (sin quererlo quizá) se mofa del grupo. Dice que se escuchaba el sonido de tacones, pero no eran de mujeres, sino, los zapatos de los homosexuales.
Bien, no lo culpo por tener una apreciación muy limitada sobre la comunidad homosexual de este país. El estereotipo es que las locas, son en primer lugar “locas”, escandalosas, que se visten de forma ridícula, que quieren simular ser mujeres y que en el acto se ven grotescos. Que son muy afeminados, al grado de llegar a la pantomima y sus expresiones verbales son también afeminadas y ridículas.
Es cierto. La mayoría que llegó a la Asamblea quizá son así. Recuerdo también la fotografía de una gay dándole la mano al diputado Rodolfo Parker. ¿Qué habrá pensado el hombre? “qué loca más fea”.
Pero bien, el punto es que esa imagen que tienen sobre nosotros, la culpa la tenemos nosotros mismos, yo, usted que lee esto. Sabemos que la mayoría de gays no son como los que vemos en los medios reclamando sus derechos.
Es de admirar a este grupo de personas haciendo lo que nosotros deberíamos hacer. Ellos han traspasado ya la frontera moral que te pone la sociedad, de que la homosexualidad es algo por lo cual avergonzarse y que se debe de ocultar lo más que se pueda.
Sí mis amigos, yo mismo soy el ejemplo de ese grupo inmenso de homosexuales que aún tememos mostrarnos al mundo tal como somos, debido a que no estamos dispuestos a que se nos señale, se burlen de nosotros. A tolerar en fin el rechazo social.
Somos los invisibles: nadie sabe que existimos y por eso es que estos grupos homofóbicos dentro del gobierno y la iglesia arremete contra nosotros de forma impune: afirman las peores falacias para desprestigiarnos, no dudan en ningún momento de tachar a la homosexualidad como inmoral y contraria a los valores morales y cristianos del país.
Se sienten libres de ofendernos porque no saben que somos más que un grupo de loquitas que (dignamente) reclaman ante la Asamblea. Es una lástima que no se pueda medir nuestro número ni influencia que podríamos tener.
Yo desde aquí lanzo una propuesta, que la debería de retomar la asociación de “Entre Amigos” que serviría para conocer nuestro potencial político: aliarse a uno de estos partidos pequeños (el FDR por ejemplo) y en las próximas elecciones alentar a la población homosexual a votar por ellos.
Por supuesto, que el partido en cuestión no querrá aparecer como el partido de los homosexuales y son esos detalles lo que la asociación debe de negociar.
¿Qué les parece? Pasen la idea a sus amigos. Estoy seguro que si de alguna forma se mide nuestra fuerza, ya no aparecerá ningún diputado homofóbico con Biblia en mano, echándonos en cara que somos inmorales.